jueves, 29 de septiembre de 2011

UN RECUERDO A MIS MAESTROS

Por: Abelardo Malqui hidalgo escritor huarino

Nunca hice un manifiesto agradecimiento a mis MAESTROS, nombrándolos personalmente. "Mas vale tarde que nunca"  reza un viejo refrán, de manera que hoy,  aprovechando  el "Día del  Maestro"  quiero hacerlo:

Mi primer maestro mi padre, Él me  enseñó a leer y escribir. En un rincón de  la bitácora de mi ya larga  travesía resalta nítida el sedimento de la luz  de la  primera  letra y palabra  aprendidas: Una  pequeña pizarra, un libro Coquito  y un cuaderno ajado, con los que mi padre me enseñó a leer.
En la primaria tuve varios maestros, todos ellos respetables, pero quien me  dejó  hondas huellas fue, sin duda, el Prof. Gerardo Noel Dextre (+). Fui algo así como su alumno favorito, tanto para el premio como para el golpe. Estaba en el pelotón de  sus mejores alumnos junto a mi amigo y compadre  Jorge Rondón Trujillo entre otros .  El cultivo de la declamación y la memoria le debo en gran parte a Él.  Muchas veces los poemas me los alcanzaba a casa  en vísperas de alguna fecha cívica, debiendo memorizarlos  si o si. Eso me ayudó bastante , claro está , en desmedro de mis compañeros. Los inicios con la quena, también están asociados a esa linda etapa y a otro querido amigo  y mi compañero de carpeta Valeriano Sandoval Salazar, con quien conformábamos el dúo de quenas  más precoz de la ciudad. Recuerdo  habernos  estrenado como tal   en un concurso representando a mi grado, tocando la danza "El obrajino", asesorados, para el efecto, por los aún mozuelos Ariovisto Ferro Márquez y Yovany Huerta Jara que se encontraban de visita en Huari, estoy hablando más o menos del año 75 o 76.
Ya en la secundaria con la  pubertad y  la adolescencia a cuestas suele ser más fácil  comprender,  desde  el presente, la influencia que los maestros ejercieron  en tu desarrollo y maduración y fijar los hitos más importantes que con su ayuda colocaste en tu vida. La profesora Bertha Díaz  de Acuña, nuestra profesora de Historia del Perú y a la vez asesora del  Primer grado, concitó nuestra admiración y respeto debido a su carisma y erudición. La empatía con el grupo fue casi perfecta. La estimamos mucho. No obstante, lo que sucedió  años más tarde, cuando  se desempeñó como    profesora y directiva del Pedagógico, la sigo recordando con respeto.   Aquello merecerá ,algún día,  otro capitulo.

El Profesor Daniel Castro, mi maestro de  Lengua y Literatura ocupa también un lugar preferente. Los concursos de lectura oral, los certámenes de declamación y creación poética se realizaban  a iniciativa de Él,  Estas actividades propiciaban en nosotros el amor a  la lectura. Gracias a sus enseñanzas, los de mi generación, podemos preciarnos de tener una cultura literaria aceptable. Los resuellos de aquellas tertulias literarias siguen sonando fuerte en mi vida. Como también suena fuerte el nombre de otro gran maestro: Aurelio Espinoza Oliveros, nuestro Prof.  de Historia del Perú, sin más aliados que una tiza blanca y su voz  intimidante , que contrastaba con su gran sentido del humor, nos dejó   grandes enseñanzas. Años más tarde en los 90, este buen  hombre,  dirigió la Unidad de Servicios Educativos  de Huari, dejando la marca indeleble de su probidad, desmarcándose de la corrupción, el acomodo y la arbitrariedad que arreciaban en esa decada oprobiosa. 

Un párrafo aparte merece Humberto Lora  Pardavé, el más grande docente de Educación Física de mi generación y seguramente de las ulteriores. Las recordadas Olimpiadas Gonzáles Pradinas fueron obras suyas. Dominaba casi todas las disciplinas individuales y colectivas. El atletismo y la Gimnasia tenían un lugar preferente, ni que decir de la natación, el deporte completo, como decía él, que  lo  practicaba con prolijidad y calidad. Sin embargo,  me quedo con la imagen de maestro solidario, comprometido, sensible a los problemas de la sociedad y de su gremio,  aquél que enseñaba con el ejemplo. Una de las postales  mas conmovedoras y aleccionadoras que guarda  mi memoria,  de mi paso por nuestro glorioso González Prada,  es aquel cuando después de una larga huelga magisterial,  en el  78, con subrogación y encarcelamiento incluidos, volvió de su larga proscripción y fue recibido con honores por los alumnos y los maestros de entonces. En su rostro no se dibujaba ni quejas  ni orgullo sino la satisfacción del deber cumplido. Humberto Lora fue mi gran maestro en el deporte y en la vida. 
Justino Franco Solís Benites, sin ser mi maestro de aula, sino mi Director, tuvo influencia decisiva en mi  formación y en el de mi generación  tanto por su erudición y capacidad directriz y cuanto por sus calidades personales. Su elocuencia  brillaba en cada acto cultural del colegio, principalmente los 23 de mayo en los aniversarios  cuando sacaba lo mejor de su repertorio histórico  literario. Los actos protocolares de aniversario  u otros se transformaban en clases magistrales de historia. El maestro  con su atuendo de tribuno pronunciaba memorables discursos, parafraseando siempre a don Manuel González Prada en su célebre discurso  del Politeama  con su crítica cáustica  y merecida de la realidad peruana. 

Mi tutor  promocional Carlos Añaños Angulo ocupa  también un  lugar preferencial en  la galería imaginaria de maestros que me dejaron huella. Su desaparición física  me dolió  profundamente. Las vivencias de aquella época dorada de mi vida,  tienen  también  su sello  en lo imperecedero, bullanguero e indeleble.

Los nombres de los maestros que acabo de evocar con  cariño y gratitud están asociados a los momentos  más felices de mi vida estudiantil, sin que ello signifique que no  hubo  otros que me regalaron sus enseñanzas y desvelos. Sin embargo,  en la vida de los hombres siempre  existen referentes  que irradian estelas por donde transitar.

Los Maestros de mi formación superior y universitaria merecerán seguramente  un capítulo aparte. Fuente:
http://abelardomalqui.blogspot.com

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