jueves, 12 de agosto de 2010

REGIMEN DESCOMPUESTO EN TIEMPO DE RECESION

Nuestro actual sistema es una manzana podrida. Un sistema que 'hace aguas' por todos lados y muy especialmente desde sus partes política y económica, es evidente y salta a la vista. No hay más que ver las últimas recientes noticias sobre corrupción, fraudes y derroches, aunque unos y otros se culpen mutuamente echando balones al contrario aludiendo ambos a 'cortinas de humo' desviatorias de la atención hacia asuntos vitales o a 'cazas de brujas' cuales supuestas campañas de desprestigio (internas y externas) por que se acerca los próximos comicios municipales y regionales, ósea hacerle perder votos al adversario ahora que se aproximan las elecciones.

Por sistema se entiende la supraestructura global de la Sociedad cual forma de vida, configurada por diferentes partes, elementos o componentes: formas de Estado y Gobierno, estructura económica y organización política, entre otros. Al margen del debate y de la cuestionabilidad de estos componentes del sistema, lo verdaderamente grave y preocupante es, lo bajo que ha caído a ojos de los ciudadanos la figura del político, del 'profesional' de la política o del politiquero

Existen desprestigio, descrédito, incredibilidad, mala fama, desconfianza, negativa opinión casi generalizada y falta de fiabilidad del pueblo hacia los políticos. La llana y sencilla pero a la vez clara y rotunda 'vox populi' natural, alejada de dogmatismos ideológicos y acuciada (torturada y machacada, más bien) por los estragos de la crisis económica, harta de tantos desmanes de dirigentes de cualesquiera de los partidos (no se salva nadie o casi) , considera que los políticos (unos u otros, todos, qué más da) aunque con contadas excepciones, pecan de lo mismo: falta de trasparencia, corrupción, lucro, derroche, sueldos elevados, fraudes, falta de honradez y de honestidad, trenes de vida muy altos, etcétera.

Precisamente en crisis económica estos defectos o pecados destacan con superioridad respecto a tiempos de bonanza. La manzana del sistema está podrida. Si hasta hace poco, una de sus mitades se enmohecía, al menos nos quedaba la otra mitad sana y la elegíamos abandonando a la otra, con alternancias, y siempre existía una alternativa o mitad útil o aceptable. Pero hemos arribado a un límite en que todo el sistema, la manzana al completo o casi (salvando pequeños excepcionales claros de pulpa sana) se halla podrida.

Sus dos principales mitades se encuentran más o menos igual de putrefactas, quizá una más que la otra, pero las dos corrompidas y no sabemos qué o cual escoger porque ambas se muestran enfermas de los mismos males. La elección es difícil. Tanto la permanencia como la alternancia presentan sus podridas mitades de manzana sin que en ésta quede nada o algo sano, utilizable y beneficioso para los ciudadanos. Tal vez el rabito o algunos claros de la piel, sin duda insuficientes para que la gran manzana del sistema funcione debidamente.

Y son casi todos los gusanos (o la mayoría de ellos) los que devoran la manzana podrida, se 'comen' el sistema, se aprovechan. Habría que fumigar a tales parásitos para que la manzana del sistema recobre la salud. Pero, ¿quién lo haría? ¿Quién le pondría el cascabel al gato? ¿Un pueblo amordazado? ¿Un Gobierno descompuesto? Mientras, el sistema cada día se corrompe más. Lamentablemente seguiremos teniendo la manzana podrida. O sea la manzana descompuesta o purulenta, o la política descompuesta en tiempos de crisis

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