jueves, 6 de mayo de 2010

MADRE HAY SOLO UNA:

Estrada Romualdo A.
E-mail: pradcatedraperu@hotmail.com

Siempre he llevado la cabeza erguida, siempre fue mi carácter recio y bravo, aun frente a las adversidades que un poco más me devora, pero hoy que puedo escribir empuñando mi mano puedo decirles a todas las madres en su día, cómo no recordar esos bellos momentos cuando niños, en las buenas y en las malas, pero siempre indisolublemente unidos. Como no evocar los instantes en que quizá te sentiste sola, porque nosotros-egoístas-empezamos a pensar en actitudes personalistas, olvidando que tu lo habías dado todo por nosotros. Como olvidarte si cada día te queremos mucho más todavía. Porque aprendimos a sentirnos protegidos en tu regazo, porque reíste francamente con nuestros éxitos y supiste darnos el aliento necesario cuando tropezamos con ciertas vicisitudes. Si nos hemos convertido en personas de bien, es porque nos llevaste de la mano, tu cálida y afectuosa mano que hoy-ya realizados-siempre tenemos necesidad que nos protejas, que nos alientes en los pasos que damos y que nos guíes en la manera de conducir a nosotros tus hijos.

No es nada que se me parezca ni alguna exageración de mi imaginación, pero estoy seguro que de un tiempo para acá traer hijos al mundo debe ser un acto de heroísmo y vayan las batallas que tiene que enfrentar una madre cuando tiene que criar a los hijos, una responsabilidad nada fácil y una obligación moral que no se puede describir con unas cuantas palabras y tal vez con versos ni poemas. La vida todavía se torna más difícil cuando una madre siente la ausencia del padre de sus hijos, cuando siente la alza de la canasta familiar-que faltó para el azúcar, para el pan, el aceite-que subió la leche, el gas-que la educación, la salud. Cómo no elogiar aquellos recuerdos vivos de madres trabajadoras incasables, que de posada en posada, de pueblo en pueblo les fui sus testigos claves o un heraldo de sus amargas vidas, que hoy puedo decir sin relegarlos que son ellas los que todos los días preparan el desayuno antes de cumplir sus jornadas en los campos agrestes; donde el frio, el calor, el cansancio y la brutal polvareda son sus mejores amigas y fieles compañías de siempre. Para los hijos, no es que una madre no se canse nunca, que no tenga hambre, que todo lo puede hacer…lo único cierto es que una madre primero prefiere que sus retoños no tenga hambre ni sed, que no les falte nada, aunque ella se quede sin pan que llevarse a la boca, aunque tenga un solo vestido. Si el hijo pregunta que si ya comió o si se encuentra bien-sin vacilación ella dice que “si”, aunque tenga el estomago vacio, aunque se encuentre mal de salud-pues prefiere que su retoño esté con el estomago lleno, que no se preocupe y este feliz-su único deseo y que nunca deja de pedirle a Dios, para que así sea.

No cabe duda que el amor de una madre es tan grande que resulta difícil de poder comprender en su infinidad, a menos que un hijo logre contar cada gota de agua que posee el cuerpo marino o cada diminuta arena que forma el inmenso cuerpo desértico del Sahara-si n duda es imposible-así también es imposible poder describir o entender el amor de una madre que jamás alberga rencores, venganzas, maldiciones y nada que ni Dios mismo pueda hacer con algo que ama y guarda en aquél una esperanza y el buen actuar como recompensa.

De hecho no hay madres malas e irresponsables, es cuestión de personalidad o son las circunstancias que los arrastran a hacer cosas que creen que está bien, pero luego se vuelven a si y es cuando realmente tienden a entrar al mundo de la conversión -donde la mal llamada “mala experiencia” -no son tan malas, por el contrario son experiencias del las cuales aprenden a superarse y son tantas las que hoy han hecho de su hogar más fructífera y en adelante menos disfuncional, porque no perdieron la fe en Dios ni en sí mismas. Aun así madre solo hay una, no hay madre mala ni pobre-todas son panes hechas de una misma harina y a ellas FELIZ DIA DE LA MADRE así con mayúscula.

Los 365 días del año mi homenaje y reconocimiento a las madres abnegadas, con quienes hago mi alianza pensando en un mañana mejor y si es posible parafraseando al poeta Juan de Dios Peza, de rodillas en el lodo a vosotras os digo “que solo de las mujeres de hoy depende la sociedad del mañana, porque no habrá hombres buenos, si antes no hay mujeres buenas, como hijas, esposas y madres inteligentes y sensatas. Porque es de las entrañas de las mujeres cultas, dignas y altruistas, de donde han de nacer los nuevos hombres y mujeres, educados por madres inteligentes para constituir una nueva sociedad, llena de justicia, dignidad, moral y cultura autentica. Esa es la renovación legítima y armoniosa para dignificar la especie humana. Por esto, es urgente que toda mujer se instruya, capacite y cultive muy bien antes de casarse, porque son indispensables la educación integral, amor y comprensión, salud física, mental y emocional, conciencia y dignidad moral, inteligencia y sensatez. Gentil dama, cultiva y que adquiere estas virtudes, porque la madre es la que forma al niño y le enseña a ser hombre… si así lo entienden siempre, al menos qué alivio que me dan y no puedo callar sin antes de gritar un coro de rotores-“vivan las madres peruanas y del mundo entero-hoy, mañana y siempre”.

Los hijos sientan el amor verdadero de una madre tan cercano como el calor de una hoguera, sientan más pronta y cercana a la mejor amiga desinteresada y jamás tomen a las ligeras el consejo de una madre, que hoy las consultas hacia un profesional cuestan y el de una madre ni un sol. Si tengan que avergonzarse-avergüéncense de ser lo que no son como hijos para con su madre, avergüéncense de haber perdido los tiempos en cosas estúpidas, pero jamás de la madre que los trajo al mundo, ni siquiera de la madre de sus amigos, del vecino ni del extraño-pues también es una madre y no debe haber bajezas ante ellas. Recuerden sea lo que sea una madre, cual fuere su oficio-por más humilde que sea- no se avergüencen, no renieguen del pan que con tanto esfuerzo consigue-al contrario a Dios no le pidan mas-denle gracias por ser aquella mujer su madre, siempre trabajadora y dedicada a sus hijos, además de que fue sus consuelos en todo momento, que siempre perdono sus malos actos, pensando siempre en que pronto recapacitarías, y si alguno de vosotros ya lo ha hecho -no esperes todavía que te feliciten o te construyan un monumento al excelentísimo hijo “honoris causa”-dele gracias a tu madre por lo que has logrado hacer y llegaras todavía a ser en el mañana, dele un abrazo, suspira profundo y no te sientas más ni menos que nadie-simplemente en paz contigo mismo. Y… los que aun todavía ni siquiera tienen la mínima intención de sepultar sus errores, solo quisiera poder decir-ojala no lo hagan cuando sea demasiado tarde o cuando sea un poco más complejo que su propia voluntad. No discuto con nadie, “que ante la ausencia de una madre no hay hombre tan hombre que no pueda llorar”.

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