¡Ay! Huaraz… Huaraz… Huaraz… ¿Quién te hizo tan fea?
¡Ay! ¿Quién robó la belleza de tu alma? ¿Quién fue el que verdaderamente sepultó tu vecindario amigo, tu acogedora calle, tu vecino conocido, tu ciudad unificada y tu futuro prometido?
Aluvión ¡maldito! Terremoto ¡maldito! Milicia ¡maldita! Nuestra voz en silencio ¡maldita! Y la quietud e indiferencia de todos desde entonces y hasta ahora… ¡Malditas!
¿Cómo así el jardín más bello terminó convertido en la casa más fea?
Al viajar a Huaraz, ¿por qué hay que cerrar los ojos y evitarnos ver la fealdad de la entrada de la ciudad? ¿Acaso no se puede hacer una entrada acogedora, un pórtico cuya belleza conjugue con nuestro Jardín?
¿Y por qué hay que dejar de respirar al entrar a Huaraz? ¿Acaso no se puede limpiar la basura y el desmonte a lugares indicados para ellos? ¿Acaso es necesario primero pasar el trago amargo para luego disfrutar de la belleza del jardín? De ser así, ¿quién declaró esa total y absurda mediocridad?
¿Por qué los baches a diestra y siniestra? ¿Acaso buscan estimular los riñones para la consecuente caminata por nuestros parajes?
Y el mercado… ¿acaso no se sabe que la basura apesta? ¿Acaso la basura es bella? ¿Acaso la basura es cultura?
Y las calles… ¿dónde están los árboles? ¿Dónde está el respeto? ¿Dónde está el silencio de los claxon de los carros? ¿Dónde está el peatón amable? ¿Dónde el co-ciudadano amigo?
Alcalde, ¿dónde están los tachos de basura que deberían estar en las calles?
Y el teatro, ¿dónde está? Y el centro cultural, ¿dónde está? Y una digna sala de exposición, ¿dónde está? ¿Dónde están los conciertos de música regional, vals, marinera, salsa, cumbia, clásica, rock, y demás? ¿Cómo aprenderé a beber lo propio y a amar lo nuestro si nunca lo vivo? ¿Dónde están los festivales culturales? ¿Dónde el folklore de mi tierra? ¿Dónde está su sangre, que se dice presumida?
¿Por qué en el día y en la noche el ladrón y el robo? ¿Por qué el cuchillo como método y la inexistente seguridad? ¿Por qué el “vivo” en mi ciudad? ¿Por qué mi hijo ya no puede salir a jugar a mi calle? ¿Por qué mi hija ya no puede tomar sola el taxi?
Y la universidad, ¿por qué en tan letal estancamiento? ¿Por qué el profesor mediocre que se cree mejor porque no enseña y porque sus alumnos no aprueban? ¿Por qué la sede del conocimiento siempre en huelga? ¿Quién, entonces, guía y propone la ciencia que debería aplicarse y orientarnos hacia el desarrollo de nuestro pueblo?
Y el ciudadano, ¿en qué frío y mortal agujero se ha metido? ¿Dónde está su voz? ¿Dónde su reclamo? ¿Dónde está su rostro enrojecido de indignación ante el árbol tumbado, ante el río contaminado, ante el ladrón, ante el corrupto, ante el ineficaz político, ante el estancamiento y consecuente retroceso de nuestra sociedad?
¿Dónde están los jóvenes y adolescentes? ¿Dónde está esa energía y ese ímpetu propio de esas hormonas y esa pureza? ¿Dónde está el muchacho educado? ¿Dónde está el adolescente que corrige a su padre por no ser un verdadero ciudadano, un verdadero huaracino? ¿Dónde están los colegiales? ¿En qué vicio andan ocupados?
Y los profesionales, ¿dónde están los años de universidad y de conocimiento? ¿Dónde están las propuestas y proyectos? ¿Dónde están los que dejaron su tierra y partieron a una universidad lejana? ¿Ya volvieron? ¿Ya regresaron a cultivar su tierra? ¿Acaso no es en este bello y extenso jardín el lugar en donde quieren tener y criar a sus futuros y bellos hijos? ¿Acaso los quieren privar de tamaña fortuna?
Y dime, ¿dónde estás tú? Sí, tú, el que lee estas líneas. ¿Tienes voz? ¿Tienes corazón? ¿Tienes valor? Dime dónde estas, dime si así como yo también tú sientes indignación
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