jueves, 15 de septiembre de 2011

¿Por qué admitimos lo malo?

EL PROBLEMA DE LA REGIÓN ANCASH  ES QUE TIENE INVERTIDO EL TEMA DE LA TOLERANCIA.

En vez de ser tolerantes con lo bueno e intolerantes con lo malo, con frecuencia toleramos lo malo y somos intolerantes con lo bueno. Esto no es un juego de palabras. Es una trágica realidad que explica nuestra docilidad regional, hasta provincial, así como  asesinatos, contaminación, mendigos  que pululan por las calles, pobreza absoluta.

 A menudo en huaraz somos intolerantes con la vida del prójimo, con la opinión ajena o contraria, con la diversidad de ideas, con los derechos humanos, con la acción de la justicia y los principios de la civilización. En una palabra: con lo bueno. En cambio, somos demasiado pasivos y tolerantes con la corrupción, con la pobreza, con la violencia, con la incompetencia de nuestros líderes, con los excesos del poder y los abusos de los grupos de presión. En una palabra: con lo malo.

Hemos escuchado las alabanzas a la alicaída gestión de los alcaldes. Tenemos una larga historia por contar, y nuestra democracia es la más estable de la región. Y es cierto. Pero también lo es que somos malos practicantes de la democracia, precisamente porque tenemos invertido el tema de la tolerancia.

Por qué somos así es una pregunta para los profesionales, y la respuesta seguro alude a la poca práctica del pueblo huaracino en moldear su propio destino. Durante décadas el rumbo del pueblo  estuvo en manos de un poderoso grupo que trabajaban a la deriva sin horizonte claro.

Un buen ejemplo es la corrupción de los alcaldes, quienes destruyeron la bella y noble y generosa huaraz. La población debió de impedir, hace rato, la continuidad de las autoridades corruptas, saturadas con la corrupción, la falta de planeación y las malas decisiones que tienen a la ciudad al borde del abismo. Nuestra pasividad nos ha salido carísima.

Pero no sólo huaraz. Mientras que la provincia de huari  marca un claro contraste, ¿cuántas ciudades en la región Ancash  han sido destruidas por malos alcaldes? Éstos acabaron con huari, saquearon conchucos muchas veces, hasta ahora están libres como la paloma. Aun así, ¿cuántos malos alcaldes han sido derrocados por la población? Ninguno.
Es hora de entender que la suerte de nuestra vida, de nuestras ciudades y de nuestra región  en general no depende del azar, sino de nosotros. De lo que hacemos o dejamos de hacer como ciudadanos. Y más vale que invirtamos nuestro sentido de la tolerancia, porque estamos rechazando lo más valioso y aceptando lo más infame. Entre otras cosas, Toleramos la corrupcion.

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