viernes, 18 de febrero de 2011

EL HOMBRE MORAL Y LA SOCIEDAD INMORAL


Moralidad significa ser honrado, probo, de recto proceder, de integridad intachable, que no le falta ninguna de sus partes, virtuoso, leal a los principios, a la ética, a la justicia. La moralidad es muy amplia y cubre todos los ámbitos de la vida humana, en lo económico, lo social y lo político. Todas las personas, aun la más humilde y sencilla, somos agentes morales en el sentido de que somos capaces de actuar moralmente en forma correcta o incorrecta en cualquier campo. Una persona puede hacer negocios oscuros perjudicando a la empresa privada para la cual trabaja y esta acción puede ser inmoral e ilegal, aunque no política. Otra persona pudiera ser alcalde, juez, ministro o magistrado y hacer negocios deshonestos, resultando en una acción concurrentemente inmoral, ilegal y políticamente equivocada. Todos estos actos son inmorales independientemente del área, sin embargo, la palabra inmoralidad cabe mejor cuando se usa en la dimensión personal y social, y corrupción cuando sucede en el plano económico y/o político                           .

Para algunos resultará chocante escuchar que “cada pueblo se merece el gobierno que tiene”, o que “a una patria de inmorales corresponde un gobierno de corruptos”. Lo importante de esto es que la inmoralidad social y la corrupción política están íntimamente interconectadas, ambas son dos caras de una misma moneda, se alimentan entre sí. La corrupción en la política se manifiesta de múltiples formas. Sin embargo, el fenómeno recurrente de corrupción que vivimos en nuestra region posee dos elementos interconectados que se alimentan y se refuerzan entre sí. Uno es la corrupción pública propiamente, que se manifiesta en el robo de los bienes  particulares por quienes ostentan el poder, y el otro es la degeneración o prostitución de las Instituciones publicas, que facilita la práctica ininterrumpida de la primera. También, existen otras formas que acompañan a las anteriores y que son parte integral de nuestra cultura política, como el pactismo o arreglismo que todos conocemos                                           .

De algo debemos estar claros, y es que los políticos corruptos continuarán actuando con objetivos puramente personales o de gremio y en salvar su pellejo. Una vez implantada la corrupción como modo de vida es prácticamente imposible cambiar hábitos, e inculcar ideales sanos. El político corrupto es degenerado e irredento. Los sapos que comieron sapos ahora son comidos por el sapo que se comieron. No obstante lo anterior existe una esperanza. La esperanza está en la capacidad del pueblo de reaccionar con inteligencia. La situación de los pueblos es inquietante y se agrava día a día. Las inversiones se caen. Los países donantes se retiran, las empresas maquiladoras levantan campo. El desempleo aumenta. La inflación empieza a galopar. Los precios de la canasta básica suben hacia el cielo. Hay desconfianza en el sistema. Esta desconfianza esperamos golpee de una vez la cabeza dura de la población para que recapacite y se ilumine de que no hay que votar por el menos malo sino por el mejor, que es la corrupción política y la inmoralidad social, lamentablemente aceptada ya por muchos como su modo de vida, la que está generando el caos que vivimos, y que solamente un retorno a la moralidad y a un sistema político sano, honesto, equilibrado, alineando las acciones con los objetivos deseados de crecimiento y desarrollo para nuestra región, podrá resolver los problemas y generar los resultados que todos queremos.

Nuestro actual sistema es una manzana podrida. Un sistema que 'hace aguas' por todos lados y muy especialmente desde sus partes política y económica, es evidente y salta a la vista. No hay más que ver las últimas recientes noticias sobre corrupción, fraudes y derroches, aunque unos y otros se culpen mutuamente echando balones al contrario aludiendo ambos a 'cortinas de humo' desviatorias de la atención hacia asuntos vitales o a 'cazas de brujas' cuales supuestas campañas de desprestigio (internas y externas) por que se acerca los próximos comicios municipales y regionales, ósea hacerle perder votos al adversario ahora que se aproximan las elecciones.

Por sistema se entiende la supraestructura global de la Sociedad cual forma de vida, configurada por diferentes partes, elementos o componentes: formas de Estado y Gobierno, estructura económica y organización política, entre otros. Al margen del debate y de la cuestionabilidad de estos componentes del sistema, lo verdaderamente grave y preocupante es, lo bajo que ha caído a ojos de los ciudadanos la figura del político, del 'profesional' de la política.

Existen desprestigio, descrédito, incredibilidad, mala fama, desconfianza, negativa opinión casi generalizada y falta de fiabilidad del pueblo hacia los políticos. La llana y sencilla pero a la vez clara y rotunda 'vox populi' natural, alejada de dogmatismos ideológicos y acuciada (torturada y machacada, más bien) por los estragos de la crisis económica, harta de tantos desmanes de dirigentes de cualesquiera de los partidos (no se salva nadie o casi) , considera que los políticos (unos u otros, todos, qué más da) aunque con contadas excepciones, pecan de lo mismo: falta de trasparencia, corrupción, lucro, derroche, sueldos elevados, fraudes, falta de honradez y de honestidad, trenes de vida muy altos, etcétera.

Precisamente en crisis económica estos defectos o pecados destacan con superioridad respecto a tiempos de bonanza. La manzana del sistema está podrida. Si hasta hace poco, una de sus mitades se enmohecía, al menos nos quedaba la otra mitad sana y la elegíamos abandonando a la otra, con alternancias, y siempre existía una alternativa o mitad útil o aceptable. Pero hemos arribado a un límite en que todo el sistema, la manzana al completo o casi (salvando pequeños excepcionales claros de pulpa sana) se halla podrida.

Sus dos principales mitades se encuentran más o menos igual de putrefactas, quizá una más que la otra, pero las dos corrompidas y no sabemos qué o cual escoger porque ambas se muestran enfermas de los mismos males. La elección es difícil. Tanto la permanencia como la alternancia presentan sus podridas mitades de manzana sin que en ésta quede nada o algo sano, utilizable y beneficioso para los ciudadanos. Tal vez el rabito o algunos claros de la piel, sin duda insuficientes para que la gran manzana del sistema funcione debidamente.

Y son casi todos los gusanos (o la mayoría de ellos) los que devoran la manzana podrida, se 'comen' el sistema, se aprovechan. Habría que fumigar a tales parásitos para que la manzana del sistema recobre la salud. Pero, ¿quién lo haría? ¿Quién le pondría el cascabel al gato? ¿Un pueblo amordazado? ¿Un Gobierno tan moderado? Mientras, el sistema cada día se corrompe más. Lamentablemente seguiremos teniendo la manzana podrida. O sea la manzana descompuesta o purulenta, o la política descompuesta en tiempos de crisis.

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