Los seres humanos, muy a nuestro pesar, nos encontramos limitados por el espacio y el tiempo. Todas nuestras acciones se desarrollan en un aquí y en un ahora. Lo pasado, pasado está y lo venidero no se encuentra entre nosotros.Que el futuro no sea algo tangible, que el futuro no sea predecible con total seguridad, que el futuro muchas veces se confunda con los sueños o que esté velado por las cortinas de la incertidumbre, no quiere decir que debamos dejar de hablar de algo más que del pasado y del presente más inmediato.
Todo lo contrario, buena parte de nuestras conversaciones, pensamientos y la mayoría de nuestras acciones están encaminadas a un futuro, a algo que todavía no existe (parafraseando a ernst bloch). Una vida sin plantearse lo que puede acaecer, por impredecible que sea, no es la forma de vida de los seres humanos.
Exigirles a los ciudadanos y a los políticos que no piensen en el futuro, que sólo se atengan al presenta y que las preguntas las guarden porque son incómodas, es tratar a nuestros semejantes como seres que sólo piensan en lo inmediato, sin ninguna cualidad humana.
Esta exigencia de obviar el futuro es especialmente ultrajante cuando estamos en el periodo de industrialización de hacer proyectos duros solo para favorecer sus intereses. es más vejatoria cuando no se quiere responder a sencillas y precisas preguntas que muchos ciudadanos hacen y las hacen porque las piensan, porque les inquietan ciertas posibilidades.
Ante la pregunta sobre cuál va a ser su futuro político de Ancash, las provincias y los distritos después de 10 años. Siento decir que no lo hecho, pues nadie le ha preguntado dónde acabará su vida política de nuestros políticos actuales, como quedara Ancash sin el canon minero, nuestro futuro es incierto,
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