Hemos visto, a lo largo de la precedente docena de artículos, abundantes similitudes entre lo que sufrió el pueblo egipcio a causa de las plagas que Dios les envió, y lo que padecemos los ancashinos de hoy.
También existe un verosímil parecido entre las causas de ambas desgracias: por un lado, la porfía del despótico faraón egipcio en mantener el yugo del cautiverio sobre el pueblo israelita, y por el otro, la obcecación de las autoridades elegidos por el pueblo, despilfarrando el dinero de los pobres en proyectos de poco trascendencia vecinal, mientras en Ancash vemos rondar el funeral de los productos de primera necesidad.
De esta barbarie, sin embargo, los ancashinos nos recuperaremos, pues tenemos, todavía, las condiciones o ventajas comparativas para transformarnos en una región digna del primer mundo. Si no lo cree, recordemos que:
Tenemos, todavía, un pueblo no totalmente maleado, recuperable para emprender la reconstrucción de la región a corto plazo; su reactivación y crecimiento a mediano plazo, y su desarrollo armónico a largo plazo.
Tenemos, todavía, tierras fértiles y productivas en cantidades más que suficientes para dejar de ser mendigos en un banco de oro.
Tenemos, todavía, innúmeras bellezas naturales sin competencia a nivel mundial (ruinas de chavin, ríos, nevados, flora y fauna que maravillan a nuestros visitantes, las mujeres más bellas de la región).
Tenemos, todavía la minera barrik, la minera antamina, el gobierno regional y las municipalidades de Ancash tienen efímero canon minero, suficiente para financiar nuestro desarrollo.
Pero todas esas bellezas y potencialidades han sido malbaratados por la marcada incompetencia de quienes han gobernado la región; y que conste que no me refiero sólo a los alcaldes que nos arruinan en la actualidad, sino a todos los que han gobernado la región de décadas pasadas.
Los gobiernos municipales menos el gobierno regional , están empeñados en superar sus más acuciantes problemas, los que azota a los más pobres.
En la región ancashina, los líderes no cumplen a cabalidad su verdadera tarea: no unen voluntades, no coordinan talentos, esfuerzos y recursos, y no estimulan la participación de los habitantes en el mejoramiento de la calidad de vida de todos-
Los ancashinos no nos hemos atrevido a sacudirnos a quienes nos han arruinado, mientras no lo hagamos seguiremos malviviendo en el peor de las regiones, el de la pobreza, la inflación, la ignorancia y la corrupción.
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