lunes, 22 de febrero de 2010

TRANSFUGAS DISPARADOS

Cerca de cuatro mil militantes han renunciado a sus partidos para postular o alquilar el membrete de agrupaciones fantasma que ahora abundan con la bendición de las autoridades electorales. Que se recuerde, nunca antes hubo tantos tránsfugas en escena. Por estas fechas, esos partidos-hostales, con registro electoral pero sin seguidores, alojan a cientos de improvisados y advenedizos en un cambalache de promiscuidad política sin precedentes. ¿Qué pasará con ellos el domingo 3 de octubre? ¿Serán finalmente sancionados por los electores? ¿O estos se mostrarán indulgentes con ellos? Aquí el juicio de un puñado de comunicadores sociales y analistas de coyuntura.


Todos somos cómplices

Los dirigentes de los pocos partidos que están funcionando, entre ellos Unidad Nacional y el Apra, no encuentran la manera de cohesionar a su gente. Cada elección es una especie de ‘tinka’, en la que cada uno piensa de la forma más práctica: tú vas a la presidencia, tú vas a la municipalidad, y así sucesivamente. Como los jefes no tienen claro qué quieren como agrupación, los de abajo se van. El caso más patético es el de Unidad Nacional, de donde se ha ido la mayoría de personas sin ningún reparo moral. Los integrantes de una organización política deben encarnar una forma de pensar común. Sin ir muy lejos, en Chile ha causado todo un escándalo que Jaime Ravinet, ex ministro de la Concertación, pase al lado del actual presidente Sebastián Piñera. Y ha sido así porque allá los partidos –valga la redundancia– son ideológicos, la gente ve este hecho como una traición, hasta insulta a ese político en las calles. Acá no pasa nada de eso. Salvador Heresi posa con su pisco sour y todos felices, sin importar los guiños que le hace a un político tan cuestionado como Alex Kouri. El principal daño que hace el transfuguismo a la política es que revela a los partidos como franquicias en las que no importan las faltas éticas de sus cuadros. Basta enjuagar los errores políticos con regalitos a la gente.

Paola Ugaz, periodista

Es la Herencia fujimorista

Algunos políticos se parecen a los futbolistas que andan con su carta pase viendo por quién fichan en la próxima temporada, o en la próxima elección. Si tenemos en cuenta que el destino del país tiene que ver con la calidad de la política, los alcaldes tránsfugas que vemos por estos días le hacen un daño profundo a la sociedad en general. Pero esta situación no es nueva: durante la campaña electoral del 2000, Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori, captaron cerca de 20 congresistas ilegalmente para lograr mayoría en el Congreso. Este fue un punto paradigmático en la figura del transfuguismo en el Perú. Y eso obedeció a la falta de principios políticos de las personas y a la ausencia de solidez en las agrupaciones que los llevaron al poder.

Luis Benavente, director del Grupo de  Opinión Pública de la Universidad de Lima

No hay comentarios: