
Lo grave es que, en el Perú -al igual que en el resto del mundo y sobrepasando el índice estatal del 55% - actualmente, un 57'6 % de los escolares sufre algún tipo de violencia. Considera que la mitad de los estudiantes ha sufrido al menos un hecho violento durante el reciente curso, ya sea corporal, oral o psíquico. Esto demuestra que algo está fallando en el sistema. y no falla sólo la educación y la enseñanza sino también la familia, el entorno...la sociedad en si.
que un 7'4 % de escolares reconozca ser victimas de un severo maltrato, continuado y diario, calificado de intimidación y acoso; es realmente frustrante y desesperanzador como problema social. para ellos será humillante admitirlo aunque algunos lo intenten esconder, ocultar u olvidar por temor a represalias o por considerarlo 'normal'.
Que un 7'6 % asegure haber recibido agresiones varias veces aunque no diarias, no le quita hierro al asunto ni lo suaviza. Es tan grave como el anterior caso. y si el restante 42' 6 % manifiesta que alguna vez esporádica y aislada sufrió un maltrato...no se salva nadie. No hay un solo escolar 'inmaculado', sin tocar. Doblemente grave.
Los tipos de agresiones en violencia escolar son múltiples y variados pero la 'costa' se la lleva el maltrato verbal con los ofensivos insultos en primer lugar y después con los degradantes motes o apodos despectivos. La palabra, sobre la persona, tiene una fuerza impresionante. Según su naturaleza -insultante o gratificante- puede hundir o animar moralmente, puede hacer daño o mucho bien a quien la oye y recibe. un insulto esporádico deja momentáneamente 'tocado' a su receptor aunque se supera, pero si resulta continuado y repetitivo, puede causar variados trastornos de personalidad y daños psicológicos que oscilarían entre la baja autoestima, temores, depresiones, etcétera.
Todo esto, son consecuencias del ataque con la palabra destructiva, pero cuando de la palabras se pasa a hechos tales como robos y palizas, exclusión social -de evidentes insolidaridad, discriminación, marginación y deshumanización- y amenazas; la situación es mucho más grave y seria a tenor de ese 17 '6% porcentual en la casuística. De tanto en tanto, alguien sobrepasa el límite de lo tolerado y suceden hechos físicos extremos y delictivos entre escolares o entre alumnos y profesores. Hechos que acaban en hospital, en comisaría y juzgado. y ya saben a que tipos de casos me refiero.
En Ancash o Chimbote, como en el resto de lima, la violencia escolar no se reproduce exactamente igual en todos los centros de enseñanza. La ubicación o zona, el entorno de los aledaños, la idiosincrasia de la barriada -nivel económico y cultural- donde estén el colegio o el instituto, el perfil socio-educativo-psicológico de alumnos, padres y profesores e incluso de los vecinos así como la propia personalidad y el propio régimen de cada centro; son causas o matices que determinan y personalizan e influyen para que la violencia escolar varíe según cada dentro y cada barrio. En la zona céntrica, de mayor economía y nivel cultural pero también más vigilado y controlado policialmente, los casos violentos
Resulta paradójico y lamentable en Perú -no es positivo ni ayuda a reducir la violencia en la enseñanza- que el porcentaje de los estudiantes agresores -38'2%- que admite haber maltratado a un compañero sea tan mínimo descendiendo al 30'5% en aquellos que reconoce una agresión ocasional. al parecer no se les remuerden las conciencias y tal vez no sean conscientes de la verdadera y total magnitud del problema por lo que tienden a minimizar su conducta mal tratadora que un residual 4'1 % considera habitual y hasta 'normal'
Pero claro, no todos los agredidos o víctimas, es decir, escolares que reciben algún tipo de violencia -sea ésta esporádica o repetitiva- y que suponen un 6'4 %; callan y aguantan sin responder a las agresiones de ese 3'1 % de atacantes. los hay que responden, con lo cual la víctima que se convierte en agresor y también se dializa su papel transformándose en 'victima-agresor' o en 'agresor victimizado' que recibe y al mismo tiempo agrede diariamente, suponiendo en este caso, un 10'5 % el porcentaje de escolares en acoso severo.
la escalada paulatina de violencia por no dejar agresión sin respuesta, por responder a cada agresión y por no tolerar, no callar ni aguantar; nos debe hacer reflexionar sobre el problema y reconocer que la sociedad está 'enferma' y que falla desde lo más básico: la familia.
Urge lograr la unificación y la acción conjunta de todos los implicados en el problema: profesores, padres, alumnos, profesionales, medios de comunicación y administraciones. Sin fisuras. Una sociedad violenta camina sin futuro hacia su autodestrucción. Pongamos remedio. Aún es posible
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